jueves, 1 de marzo de 2012


La vivienda es uno de los elementos que componen una sociedad, quizás el más importante. Es allí donde convergen las necesidades diarias de un individuo y en donde se exterioriza la piel del que la habita, pero, ¿Es siempre la vivienda digna para su morador?, ¿Se piensa en ésta cómo un elemento realmente importante para una ciudad como lo es Medellín, en cuanto a su condición socioeconómica?, ¿La sociedad se resigna a tener un mínimo resguardo, sin importar la condición espacial del lugar?
El hábitat se constituye no sólo por quien lo habita, sino también por cómo se dispone del lugar, las características que adquiere como espacio único que se transforma a partir de necesidades propias, en donde estas particularidades tales como, la modificación del espacio interno en condiciones mínimas de habitar, como en la concepción que se adquiere de vivienda a partir de mecanismos que utiliza el morador, se convierten en una interpretación del espacio. Esta interpretación del espacio es la que define no sólo al habitante que la reside, sino también las condiciones de transformación del cómo se habita. Para entender el escenario del espacio modificado, como primera instancia, se deben comprender las circunstancias que lo genera, cómo y porqué, en dónde ´´El hábitat, debe ser entonces el resultado de los actos propios a sus habitantes, que configuran espacios que les son propiedad, espacios que son la construcción de un modo particular de habitar y del modo elegido para vivir´´[1], dando nuevas connotaciones a los espacios habitados que permitirán detectar las controversias entre lo que se plantea en el proyecto y lo que los habitantes piensan como necesidad para permanecer en el lugar.
“La vivienda constituye inevitablemente una entrada al mundo de las relaciones entre los hombre, y más aún dentro de la actual sociedad latinoamericana, donde se produce y consume como una mercancía, y donde – más específicamente-, para unos opera propiamente como un consumo suntuario, mientras para otros –la mayoría-, lo hace como un simple y mínimo consumo salarial, o como una carencia lacerante”.[2]

El problema de invasión de tierras en donde se tiene un riesgo habitacional tanto en condiciones ambientales y geológicas; como en condiciones de vida del habitante, donde se evidencia la escasez de recursos económicos, de planificación urbana y de orden público. Un ejemplo inherente de esta problemática es Moravia, que funcionó entre 1977 y 1984 como botadero de basuras, generando una montaña de desperdicios de más de 30 metros de altura, sobre la cual se conformaron viviendas informales, en la que fueron habitadas aproximadamente 1500 familias hasta el 2006. Pero ¿Cómo llegaron a asentarse una población tan considerable en un terreno inestables e insalubre como lo es Moravia?, según Juan Diego Sanín Santamaría[3], en su libro hogar en tránsito, para 1977 ya existían en Medellín algunas personas dedicadas a la recuperación de materiales de la basura, quienes acostumbraban ir en su búsqueda a los diferentes lugares de la ciudad donde era depositada. Cuando comenzó a ser situada en Moravia, el naciente basurero empezó a convertirse en la fuente de subsistencia de muchas personas que recuperaban de ella no sólo materiales de desecho, sino además alimentos, que fueron la fuente de sustento de muchas familias durante los años que duró su funcionamiento.  Desde 1978 muchas de estas familias se vieron incentivadas a construir pequeños ranchos de plástico y madera, que era en principio utilizados para almacenar el material recuperado, pero que luego fueron transformándose en viviendas. Para entonces no sólo vivían de la basura, sino que poco a poco comenzaban a configurar con ella su propio hábitat. Hábitat que tomó características espaciales al criterio del habitante, en donde éste es el arquitecto de su percepción y necesidades, a la hora de implantar la configuración espacial, los parámetros definidos por quien lo habitará, cuantos y cómo, sin un límite que lo determine. “El concepto de barrio como unidad de desarrollo urbano formada por la agrupación de predios individuales con algunas áreas comunes fue gradualmente reemplazado por el de la unidad vecinal, planteada como un conjunto relativamente autosuficiente de viviendas, con servicios comunes y extensiones considerables de área libre. La unidad vecinal fue, finalmente, la síntesis completa de los componentes y las propuestas de la ciudad moderna”.[4] Respecto a esto, Beatriz Uribe, presidente ejecutivo de Camacol, comenta que "la vivienda de interés social debe ser vista tanto desde su dimensión social como desde su dimensión económica, sin desconocer una a favor de la otra, sino buscando un equilibrio que la haga viable. Inclinarse exclusivamente a lo económico podría amenazar el postulado de vivienda digna con desarrollos de dudosa calidad, e inclinarse únicamente a lo social, desconociendo que este segmento se encuentra sometido a la asignación de recursos limitados y a los altos costos de construcción (que incluyen el capital, la tierra, la mano de obra, la capacidad empresarial y administrativa), la podría hacer imposible de realizar".

Uno de los objetivos del Plan de Ordenamiento Territorial es la reubicación de estas zonas deprimidas de la ciudad en suelos de expansión, regulando así las dinámicas de transformación y direccionando las tendencias de desarrollo hacia el logro de condiciones óptimas para la población actual y futura. Para tal fin, la Administración Municipal junto con la empresa  Vivienda de Antioquia y la Nación, creada por la Asamblea Departamental de Antioquia viene construyendo complejos habitacionales de vivienda de interés social en altura.
Estas viviendas en altura se empezaron a implementar por el problema que surge en la época de la posguerra, cuando los bombardeos destruyeron en gran parte las viviendas del mundo, esto ocasionó el déficit habitacional que se generó a nivel mundial. ´´En Norteamérica, las empresas constructoras, trataron de desarrollar sistemas económicos y de fácil y rápida disponibilidad. En el Reino Unido, se solucionó mediante la estandarización de la vivienda que fue la clave de la economía, la movilidad y la flexibilidad en ese entonces´´[5].

´´A partir de 1950, las técnicas de construcción industrial a mayor escala, empezaron a reemplazar dichos sistemas por edificios de vivienda prototipo, y se empezó luego a buscar la manera de reconvertir la vieja arquitectura para nuevos usos´´[6]
A partir de un cambio de ubicación de vivienda se generan cambios que hacen que las familias tengan que adaptarse de manera obligatoria a esta nueva forma de vida; Por el solo cambio del traslado (reubicación) de estos núcleos familiares se afecta directamente el modus vivendus. (La forma de vivir de las personas en cuando accesibilidad a sitios de educación, salud, trabajo, entre otros). hay una desadaptación y las personas deben readaptarse; las familias pasan de una vivienda informal a una formal y esto determina un cambio en la forma de vida de cada núcleo familiar.
Se comprende entonces que la vida del individuo pasa por diferentes fases en la forma de habitar el espacio, ya sea por condiciones políticas como sociales, en donde el hábitat se constituye a partir de mecanismo que adquiere el habitante para morarla.
 
La transición del espacio antes habitado, en donde las condiciones de éste son propias de su morador, o sea, la configuración del espacio son diseñadas para cada necesidad especifica por quien la habita; pasa luego a un  nuevo espacio estándar o genérico, a la hora de ser reubicados, en donde está misma condición se convierte en lo contrario, en donde el nuevo espacio es construido con una tipología determinada sin concernir al usuario dando una nueva configuración tanto al espacio como al habitante; se percibe un escenario transformado y adecuado dependiendo al número de personas que la habita, en cuanto a condiciones del espacio como tal, resolviendo unas necesidades del cual carece.
Beatriz Uribe, de Camacol, opina que el sector empresarial tiene mucha responsabilidad en la construcción de VIS y argumenta que quienes no respetan las condiciones de habitabilidad son quienes ofrecen viviendas de manera ilegal.

"Es evidente que el sector empresarial tiene una gran responsabilidad y un gran compromiso en el desarrollo de la vivienda de interés social, ya que no sólo es el mayor protagonista para su concreción, sino que es la contracara de la oferta ilegal de vivienda (que es la que realmente no cuenta con espacios urbanos, ni condiciones mínimas de habitabilidad) y que aparece cuando los demandantes de vivienda no tienen más alternativa"
Tomando como caso específico Pajarito, ubicado en el occidente de Medellín, donde se han ido construyendo soluciones habitacionales tanto de interés social como prioritario, en donde la vivienda tiene como principio la integración, revitalizando el barrio como una unidad básica, abierta y permeable. Estas viviendas en altura serializadas, impersonales y reducidas, intentan resolver la problemática habitacional y las condiciones de vida del habitante. Se dice que ‘’La vivienda moderna no tiene preexistencia, es hecha racionalmente y está dividida funcionalmente, todos los espacios están hechos con unas medidas estándares que las ha llevado a una serialización’’[7]. Es evidente que la vivienda, considerada como objeto de uso, experimenta cambios hechos por el mismo usuario para satisfacer sus mínimas necesidades, siendo como primera instancia más factible crear prototipos serializados, sin importar la funcionalidad de quién la va a habitar.

La información acerca de este tema debe seguir aclarándose para que se pueda encontrar el tamaño mínimo óptimo de la vivienda que satisfaga las necesidades de la vida al menor precio posible, ya que, a consecuencia del cambio de los condicionantes, el problema de la vivienda mínima no puede ser resuelto con la mera reducción del número de las habitaciones y de superficie útil de la usual vivienda de mayor tamaño. El nuevo problema debe enfocarse mediante el conocimiento de las exigencias naturales y sociales mínimas, las cuales no deben ser ocultadas.

En la «Carta de Atenas», publicada en 1941, se encuentra la siguiente insinuación: de la relación entre la unidad vecinal y la ciudad: «El núcleo básico de la urbanística está constituido por la célula de habitación (una vivienda) y su inserción en un grupo representa una unidad de habitación de tamaño eficaz. Para que sea más fácil dotar a las viviendas de los servicios comunes destinados a realizar con comodidad el aprovisionamiento, la educación, la asistencia médica y la utilización de las diversiones, será necesario agruparlas en <unidades de habitación> de dimensiones eficaces. A partir de esta unidad de habitación se establecerán, dentro del espacio urbano, las relaciones entre vivienda, lugares de trabajo e instalaciones dedicadas a las horas libres. CIAM.[8]
Entonces en primer lugar se da una dicotomía entre el hábito y lo dispuesto, generando contradicciones entre la forma de habitar y lo construido, en donde el habitante reestructura las formas de habitar, de vivir, de morar, creando así espacios que determinan en forma indirecta los hábitos, transformando su disposición y utilidad. Dado que ‘’Cada hombre es singular, por eso cada espacio que habita el hombre también lo es’’[9]  y trae consigo una configuración espacial diferenciada, que altera no sólo su función sino que adiciona nuevos elementos en esta configuración.
En el documento titulado “Apuntes sobre agrupaciones de vivienda” se cita la siguiente definición de la “neighborhood unit” dada por Clarence Perry en 1929: “La fórmula para la unidad vecinal debe ser tal que cuando sea construida sus ocupantes sean provistos de los elementos siguientes: todos tendrán acceso conveniente a una escuela primaria, espacios adecuados para juegos y centros de compras minoristas”[10]
Se busca analizar esa vivienda desde mucho más adentro que el interior de sus muros, llegar, en primer lugar a la persona que habitar el espacio, a mirar su vida, costumbres, rutina, profesión, origen y cuantas personas habitan estas unidades. A partir de esto se pretende entender y justificar a qué tipo de usuario pertenece, para luego comprender las características del espacio que transforma.
Se analizaran actividades propias a cada habitante, y así mismo hacer un proceso el cual consiste en clasificar por niveles  las posibles modificaciones al interior de la vivienda
De ahí el pensamiento de retomar esa idea de lo íntimo, lo doméstico, lo habitual, a la hora de diseñar espacios que van a ser vividos, no por personas estándar, sino por personas reales y con necesidades diversas.
Son precisamente esas personas reales las que van a hablar de sus vidas, de necesidades concretas, de los verdaderos usos y funciones de los espacios, de sus rutinas, de lo cotidiano. Según, Luis H. Sullivan, en su texto sobre la metodología de la investigación en arquitectura, ´´la función existencial es la que brinda al hombre un lugar para existir, para habitar; haciéndola más específica al momento de relacionarla con la función y el uso de los espacios´´[11], estos usos, van a ser determinados al momento del usuario vivir y sentir ese lugar, pues harán que éste pueda adquirir una pertenencia por su vivienda en general y por cada espacio de esta en particular, logrando que pueda responder de una manera adecuada a las necesidades básicas y a las tareas cotidianas que el individuo lleva a cabo.
La vivienda debería ser no sólo un objeto creado para cumplir con unas necesidades genéricas, sino también responder a una flexibilidad en el espacio, para ser modificado por quien lo habita. La afirmación que hacen Alison y Peter Smithson[12] en su libro cambiando el arte de habitar que dice que ´´un  diseño no sólo debe basarse en un estudio geométrico, sino que debe tratarse de los diversos modos de organización y articulación del habitante´´.
Así, entendiendo que ni los lugares ni las personas son elementos estáticos, sino que por el contrario están en permanente cambio y evolución.
Es pues el espacio, ese lugar donde viven las personas día a día, donde llevan a cabo sus diferentes actividades y donde dan origen a su cotidianidad que puede resolverse tanto a su interior como al exterior de esta. Las personas entienden su espacio y se apropian de él de la manera en que este se los permita porque, no fueron resueltos pensando en quiénes vivirían allí y mucho menos en que actividades llevarían a cabo.

Repensar la casa no a través de las necesidades básicas como hasta ahora se ha pensado reduciéndose a una misma estructura, sino  ¿Cómo podría funcionar la casa desde otras perspectivas?

Se busca  mostrar cómo el usuario, puede intervenir de manera directa en el diseño del espacio que pretende habitar, entendiéndose la vivienda como se menciona en la siguiente cita: “La vivienda, como me interesa entenderla, es ese escenario de encuentro entre el habitante y sus necesidades. Es ese resumen del mundo, porque al igual que este es movida por la energía de los actos que ocurren en su interior. De esta manera, entendemos que el habitante está ligado directamente con las actividades propias de un estilo de vida, una sociedad o un oficio”.[13]
 
La denominación de vivienda compacta alude al recurso de proyectar las estancias indispensables para poder habitar en un área reducida. La idea es que una cantidad limitada de elementos supla las necesidades básicas y conforme un  espacio confortable. Esto pone de frente el reto y la necesidad de pensar en una vivienda más performativa, en una arquitectura viva, que se enfrente a estas situaciones, que sea una arquitectura en la que se puedan personalizar estas transformaciones y en la que el espacio pueda ser utilizado de la mejor forma. “Un edificio bloquea el crecimiento de unas viviendas, salvo en el primer y último piso; el primer piso siempre podrá crecer horizontalmente sobre el suelo que tiene cerca y el último piso siempre podrá crecer verticalmente hacia el aire”[14]

La transformación del espacio habitado y la condición de quien la habita, trae consigo una nueva concepción espacial que se adecua dependiendo al número de personas que la componen, dándonos una nueva alusión de formas diferentes de percibir y vivir en una unidad de vivienda compacta y homogénea, pero en escenarios espaciales diferenciadas.

“La clave de la cuestión del mínimo nivel de vida está en saber el elemento mínimo de espacio, aire, luz, calor, que el hombre necesita para desarrollar totalmente sus funciones vitales mediante un alojamiento, es decir, un “mínimum vivendi”. El mínimo cambia según las condiciones particulares de la ciudad y región, paisaje y clima. La misma cantidad de espacio de una vivienda tiene un significado diferente en una estrecha calle de una gran ciudad que en un esponjoso barrio de las afueras. Drigalski, Paul Volger  y otros higienistas han constatado que el hombre, provisto de las mejores posibilidades de ventilación y de iluminación, necesita, desde el punto de vista biológico, sólo una reducida cantidad de espacio habitable, sobre todo si los servicios técnicos del mismo están bien organizados.[15]


[1]DUQUE RODRÍGUEZ, Manuela. Módulos de vivienda flexible. Medellín: 2010. 42 h. Tesis [Pregrado arquitectura]. Universidad Pontificia Bolivariana. Facultad de Arquitectura, sede Medellín. p.22.

[2] MAGUIÑA LARCO, Alejandro; MANRIQUE CASTAÑO, Manuel. Pobreza urbana y políticas de vivienda: el trabajo social en la problemática habitacional. Lima: CELATS, 1983. p. 11.
[3] SANÍN SANTAMARIA, Juan Diego. Hogar en tránsito: Entre las tácticas de la malicia indígena y las estrategias de la inclusión social. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana, 2009. p. 139.
[4] SALDARRIAGA, Alberto. CARRASCAL, Rodrigo.  Vivienda social en Colombia Premio Corona Pro Hábitat Convocatoria estudiantil 2006-2007. Colombia, Editorial Bochica, 2006.

[5] URIBE VALENCIA, Alejandra. Vivienda flexible y Energías renovables. Medellín: 2010. 68 h. Monografía [pregrado de arquitectura] Facultada de Arquitectura Universidad Pontificia Bolivariana, sede Medellín. p. 9.
[6] Ibíd., p. 12.
[7] AMAYA, Luisa. Espacios Mínimos con Calidad Amplificada. Medellín: 2008. 72 h. Monografía [pregrado de arquitectura] Facultada de Arquitectura Universidad Pontificia Bolivariana, sede Medellín. p. 50.
[8] Carta de Atenas. Citado en Benévolo, Leonardo. Historia de la arquitectura moderna. Gustavo Gili, Barcelona, s.f., p. 585.

[9] AMAYA, Op.cit., p. 25.
[10] POSADA, REINALDO. Apuntes sobre agrupaciones de vivienda. Cinva, Bogotá, p. 2.

[11] Percy Vigil Acuña. Metodología de investigación en arquitectura. http: www.urbanoperu.com. [consulta: Marzo 12 de 2011].
[12] SMITHSON, Alison y Peter. Cambiado el arte de habitar. Barcelona: Editorial Gustavo Gil, SA. 2001. Página 19.

[13] BACHELARD, Gastón. La poética del espacio. México: Fondo de cultura económica, 1993. p. 35
[14] ALEJANDRO ARAVENA. Arquitectura Sostenible. Editorial pencil. España, Mayo del 2007. Grupo Elemental, Proyecto VDsD Quinta Monroy, Iquique, Chile. Página 24.
[15] GROPIUS, Walter. «Fundamentos sociológicos de la vivienda mínima para la población obrera en las ciudades» en Aymonino, Carlo, óp. cit., pp. 120-121.